8 de abril de 2015

José María Martín Patino o la cultura del diálogo



El Norte de Castilla, 8 de abril de 2015



 

El reciente fallecimiento de José María Martín Patino recupera para la memoria una época decisiva en la historia de España y de nuestra Comunidad Autónoma. Siempre supo conciliar de forma magistral las tres facetas que convergían en su personalidad: la de religioso jesuita, la de intelectual comprometido con su tiempo y la de estudioso de la realidad que le rodea. Las tres vertientes fueron desempeñadas con autoridad, con sentido de la responsabilidad, con espíritu de equipo y con admirable capacidad conciliadora de posiciones encontradas. Marcaron con coherencia la trayectoria de una vida finalizada la víspera de su noventa aniversario.

 En la etapa en que le conocí gozaba ya  del notable prestigio que le había proporcionado su papel en la transición a la democracia cuando, como hombre de confianza del cardenal Tarancón, ayudó a éste a afrontar momentos difíciles en ese empeño por ofrecer una imagen diferente de la Iglesia católica española, más comprometida con los objetivos que entrañaba el proceso constitucional emergente. Misión satisfactoriamente cumplida, podía haber considerado que dicha experiencia  bastaba para colmar un proyecto vital que le había proporcionado alto grado de reconocimiento por parte de un amplio sector de la sociedad española. Su nombre en los libros de Historia estaba asegurado y, como se ha visto, con dignidad y respeto.


Sin embargo, aquello no representó una meta satisfecha sino un fecundo punto de partida: el que le llevó a acometer uno de los proyectos intelectuales más relevantes en la España de las últimas décadas del siglo XX. Junto a otros lo he vivido de cerca durante años y puedo dejar constancia de él. He tenido la oportunidad de seguirlo desde el día, ya a finales de los ochenta, en que Justino Duque, Catedrático de Derecho Mercantil y ex Rector de la Universidad de Valladolid, nos convocó  a un grupo de colegas en su despacho para  mantener una reunión de trabajo con Martín Patino. Fue un encuentro memorable. Se trataba de realizar por vez primera un estudio interdisciplinar sobre las implicaciones que habría de tener para Castilla y León la incorporación de España en las Comunidades Europeas. La iniciativa cristalizó en una obra colectiva, integrada en la colección Construir Europa (1991) y prologada por José Jiménez Lozano.


Supuso la primera toma de contacto con la Fundación Encuentro, la gran iniciativa intelectual y organizativa de Martín Patino, que había sido creada en 1985 con la intención de hacer de ella, y con ayuda de un equipo muy solvente de colaboradores directos, un espacio de reflexión y debate sobre las cuestiones  que afectaban a la vida española contemplada como un objetivo abierto a la clarificación de ideas y de horizontes en  sus más diversas perspectivas. Espacio de confluencia de personas de diversa adscripción ideológica, el balance conseguido por la Fundación Encuentro a lo largo de sus treinta años de existencia ha sido impresionante, aunque quizá no sea lo suficientemente conocido y valorado por la sociedad española. A lo largo de sus sucesivas ediciones, el Informe España. Una interpretación de su realidad social ha constituido un documento esencial, sin parangón, para conocer y valorar los cambios ocurridos en la evolución  del país en el amplio abanico de temas y tendencias que los reflejan. No creo que podamos disponer hoy en España de un acervo de información y análisis de tanta calidad y riqueza de contenidos. Cualquier investigación que se realice sobre los aspectos esenciales que estructuran la  realidad española de las últimas décadas no puede hacer caso omiso de este legado.

Junto a esta serie de análisis, cuya presentación pública justificaba año tras año la celebración en Madrid de un acto de gran resonancia social y mediática, la aportación bibliográfica de la Fundación Encuentro se desglosa en un nutrido catálogo de monografías y estudios, que han visto la luz al compás del interés, importancia y actualidad de los temas seleccionados. El hecho de que tales objetivos quedasen plasmados en obras relevantes y sin discontinuidades en el tiempo no puede entenderse al margen del procedimiento utilizado para alcanzarlos. Todo se resume en una expresión tan lapidaria como elocuente: el debate abierto como criterio y principio de actuación primordial. Ninguna de las aportaciones de la Fundación Encuentro veía la luz sin estar previamente sustentada en una reflexión compartida mediante el diálogo, la confrontación de argumentos e informaciones y la clarificación de propuestas a partir de ideas concurrentes. Los trabajos resultantes eran, a la postre, la manifestación de una labor colectiva, de equipo, muy elaborada, en la que la autoría personal quedaba inmersa en una relación de responsabilidades explícitas, cada una de las cuales asumía con su firma el resultado final, dado a conocer públicamente. 

 La coherencia, vertebrada por la importancia reconocida al debate como método de trabajo, marcó también el enfoque aplicado a las contribuciones que la Fundación dirigida por Martin Patino realizó sobre Castilla  y León. La serie de obras referidas a aspectos cruciales de nuestra Comunidad Autónoma (el envejecimiento, la industria agroalimentaria, la formación profesional, el turismo…) revelaron hasta qué punto se sintonizaba con los desafíos planteados por aspectos de gran trascendencia. La misma que tendría, a modo de ejemplo representativo también, el Proyecto Raya Duero o los Foros Pedagógicos impulsados en las áreas más críticas del occidente regional.  Su reconocimiento como Premio Castilla y León a los Valores Humanos 2010, promovido por varios municipios de la provincia de Salamanca, de la que era natural, no hizo sino reconocer unos méritos que sobrevivirán al paso del tiempo.

Todos los años escribía a sus amigos, colaboradores y patronos unas felicitaciones navideñas, de puño y letra, que son memorables. La recibida el pasado diciembre concluía con una reflexión, que en buena medida puede entenderse como el resumen de su legado: “la crisis, especialmente en nuestro ámbito político, suscita en nuestros días una especie de renacimiento de la sociedad civil. Su expresión más frecuente son los foros de diálogo que están surgiendo. Demuestran la inquietud de una sociedad descontenta con sus gestores públicos. Mi experiencia personal me induce a insistir en la cultura del diálogo y del encuentro. En el consenso no renunciamos a nuestras ideas. Las enriquecemos generando un pensamiento más rico y más humano”. Un texto que refleja la quintaesencia de su interesante personalidad. 

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