24 de julio de 2009

La mirada que pervive

El Norte de Castilla, 24 de Julio de 2009


Todas las fotografías son irrepetibles. Cada una representa la imagen obtenida en un instante que nunca volverá a ser igual. Son documentos específicos que evidencian la elección de un momento con la finalidad de que perdure en la memoria y reproduzca para quien los realiza y quienes los contemplan las sensaciones que motivaron su registro para siempre. Ahí reside precisamente el valor de esas representaciones que nos llevan a acudir a ellas cuando deseamos dar perennidad al recuerdo y preservar los matices que, en ausencia de la prueba gráfica, corren el riesgo de quedar desleídos en la simple evocación.


La fotografía es una construcción cultural, concebida para descifrar, desde la perspectiva de quien la realiza, los matices de una escena que, una vez fijada en la imagen, se abre a toda suerte de interpretaciones. De ahí la capacidad que posee la buena fotografía para vencer su estatismo formal, su rigidez aparente, y ofrecerse como un panorama de referencias visuales susceptibles de cobrar dinamismo, vida y expresividad cambiante en función de las reacciones adoptadas por cuantos las miran, analizan o simplemente se deleitan con su contemplación. Walter Benjamín ya nos advirtió en su excelente Pequeña historia de la fotografía de la capacidad de esa forma de expresión para transmitir sensaciones invisibles al ojo corriente.


Cuando el intelectual comprometido con su sociedad y con su tiempo emprende la tarea de captar con la cámara cuanto sucede a su alrededor logra en ocasiones brindar muestras de un talento que el paso del tiempo no ha hecho sino corroborar. Si ya tuvimos no hace mucho en España la oportunidad de apreciarlo en la exposición de las imágenes recogidas por Ryszard Kapuscinski en África, muy recomendable es apreciar la sensibilidad desplegada por Émile Zola a través de las fotografías que revelan una afición para muchos desconocida y que ahora es dada a conocer en una exposición sencilla y al tiempo clarificadora de hacia dónde se encauzaba la sensibilidad estética del ilustre escritor francés, que tanto hizo por la causa de la libertad y de los derechos humanos.


El intelectual que supo interpretar como pocos la realidad de su época convulsa tuvo la coherencia de hacer suyas las posibilidades aún en ciernes de una asombrosa herramienta de expresión, que le permitió, a través de la fotografía, sintonizar con las ideas impresionistas que marcaron con letras de oro un episodio excepcional en la historia de la pintura europea. No hay que buscar en la muestra grandes escenarios en el despliegue de esta sensibilidad. Basta con ser testigo de lo que representa lo inmediato, lo que se tiene cerca, lo que cambia en el entorno, lo que se renueva y permanece, para dejar constancia de una realidad que acaba trascendiendo al autor para convertirse en una obra de arte imperecedera. La que deriva del compromiso consciente con el momento histórico que le ha tocado vivir y que no podía quedar relegado a la desmemoria.

1 comentario:

Hada Isol ♥ dijo...

Cuando mi sobrina comenzó a estudiar fotografía acudió a mi con el primer libro para resumirlo pues ella en ese entonces no sabía resumir,era de Susan Sontang y si yo antes de este libro ya sabía lo valiosas que son las fotos,como documentos históricos,como una forma de redondear la idea de un texto,darle credibilidad a travez de la imagen,como un modo de plasmar un momento unico e irrepetible desde el punto de vista y sentir de aquel que lo plasma,ahora lo se y lo siento muchissimo más,toda imagen tiene un valor incalculable,las familiares,las profesionales que son el arte más exquisito,las documentales,esas que se dieron en el moemnto justo de algun hecho histórico y trascendental y están alli como testigos de nuestro paso por el mundo,si eligiera un arte en el que me pudiera desarrollar, sería este el de la fotografía,me encanta! y tu texto acompaña mi sentir ,he disfrutado tus letras mucho! un abrazo Fernando que tengas buen día!