28 de abril de 2014

Geografía y compromiso social

Este texto corresponde a la intervención realizada como presentación de las Jornadas sobre Marginalidad y Espacio Urbano, que tuvieron lugar en Valladolid entre el 28 y el 30 de abril de 2015 



Después de muchos avatares y algunos contratiempos conseguimos finalmente celebrar las Jornadas que a finales del año pasado Igor Robaina y yo acordamos llevar a cabo como parte de las actividades de proyección del Departamento de Geografía – en esta ocasión del Grupo de Investigación Reconocido CITERIOR, Ciudad y Territorio  – y también relacionadas con la línea de investigación que ha llevado a Robaina a efectuar durante unos meses su estancia en nuestra Universidad como Becario Erasmus Mundus Babel. Cuando me planteó esta iniciativa consideré que se trataba de una oportunidad que no deberíamos desaprovechar. 

Y por una razón que me sigue pareciendo pertinente. Vivimos una época en la que quizá se está acentuando con perfiles dramáticos y preocupantes la crisis que ha afectado al conjunto de  las Ciencias Sociales desde la última década del siglo XX.  La globalización ha supuesto un cambio de enfoque en el análisis y la interpretación de los fenómenos que Se ha hablado del fin de la Historia, del fin de los territorios, de la necesidad de asumir un modelo de gestión delos recursos, de organización del trabajo y de utilización del espacio sujeto a reglas que inexorablemente preconizan la eficiencia a costa de la equidad, la explotación intensa frente a la preservación, la rentabilidad a corto plazo frente a la perspectiva de futuro, la aceptación resignada frente a la actitud de denuncia. Los discursos orientados en esta dirección han sido abrumadores hasta el punto de que han eclipsado o difuminado los enfoques alternativos o pretendidamente alternativos.  Prevalece una tendencia a la banalización del pensamiento, sumido en esa especie de actitud evasiva que emana de la aceptación acrítica de los hechos más problemáticos o se decanta hacia la indiferencia, pensado que quizá lo que no se ve no existe o carece de relevancia. Pero tampoco hay que minimizar el peso de las aportaciones que autorizadamente han dado buena cuenta de los efectos provocados por la crisis. Particular atención ha merecido el análisis de los factores generadores de desigualdades y sus manifestaciones. El año pasado adquirió gran resonancia la obra de Joseph Stiglitz – El precio de la desigualdad – y recientemente los medios de comunicación se han hecho eco del rigor utilizado por Thomas Pikketty con su excelente obra El capital en el siglo XXI, que ha suscitado un gran  debate a ambos lados del Atlántico. En ambos casos las investigaciones en la desigualdad en la distribución de la renta y de la riqueza.

Sin embargo, es evidente que la desigualdad y todas las manifestaciones asociadas a ella, como son la pobreza, la miseria, la marginalidad, la exclusión, son fenómenos espaciales que conciernen de lleno al campo de reflexión y de preocupación intelectual de los geógrafos. No son temas antitéticos con los que ocupan nuestra atención cuando estudiamos las dinámicas territoriales, los procesos innovadores o la configuración de los paisajes. Integrar la variedad de perspectivas temáticas que confluyen en la Geografía como ciencia del conocimiento e interpretación del territorio no sólo se justifica por la interdependencia que se producen en el comportamiento de la realidad espacial sino que al tiempo constituye una necesidad en la medida en que la sociedad así lo exige y plantea. El compromiso social es inherente al quehacer del geógrafo si éste desea estar a la altura del momento histórico que le ha tocado vivir. Desde esta perspectiva conceptos como el de justicia espacial, equidad, solidaridad, cooperación, participación cobran fuerza también como desafíos metodológicos, a sabiendas de que las herramientas técnicas – cuantitativas y cualitativas – que manejan los geógrafos le permiten abordar la dimensión aplicada de estos conceptos y categorías con la solvencia necesaria.

La Geografía será comprendida y valorada mientras sea capaz de mostrar sensibilidad, atención y compromiso con los problemas de nuestro tiempo, cuando ante situaciones críticas alce la voz para advertir que existen, para analizar los factores que las provocan y para aportar soluciones que hagan posible mitigar su gravedad o superarlas con las garantías necesarias. El espacio es una realidad compleja, en permanente transformación y sujeta a impactos que tienden a provocar tensión e inestabilidad. Del grado de inteligencia con el que la Geografía sea capaz de abordar esta tendencia y de saberla acreditar al tiempo ante la sociedad va a depender su propia supervivencia.


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