9 de abril de 2019

El humor gráfico: entre lo conciso y lo perdurable


       








Seguramente, centrado en otro tipo de textos,  nunca hubiera escrito éste de no haber asistido a la conferencia pronunciada recientemente por Rafael Vega, Sansón, acreditado ilustrador de El Norte de Castilla, en el Ateneo de Valladolid. Fue una auténtica y poderosa lección de periodismo y de sensibilidad hacia el mundo que nos rodea. Ilustrada con una presentación aleatoria de algunas de sus viñetas en una trabazón de señales de toda índole, el engarce entre palabra e imagen logró suscitar en el auditorio, o, al menos, en mi caso, la sensación de que nos encontrábamos ante una modalidad de transmisión de la información cuya relevancia es muy superior a la que en apariencia se la concede. Evidentemente, estamos habituados a ella, pero suscitada desde la perspectiva de un autor destacado, la reflexión ofrece una valiosa dimensión interpretativa. Más aún, observando con detalle lo que el dibujo representa como algo inserto en las páginas de un medio de comunicación, la experiencia acumulada con visión temporal suficiente nos acerca a un fenómeno comunicativo de especial trascendencia.


Planteado el tema desde una perspectiva cronológica, la memoria puesta al descubierto mediante la palabra trae de inmediato a colación el inmenso y fecundo inventario de dibujantes que, a través del tiempo, han enriquecido con su creatividad el panorama mediático español, con referencias emblemáticas de enorme calidad e impacto, como todos bien sabemos. Sus nombres emergen con fuerza en el panorama histórico del  humorismo gráfico, como bien se encargó de poner de manifiesto Sansón, haciendo gala de una encomiable demostración de generosidad y reconocimiento hacia quienes comparten con él las mismas sensibilidades. 


Ahora bien, más allá de esta llamada de atención sobre lo que el dibujo como parte de  la información significa, la intervención de Rafa Vega fue ante todo una invitación a la reflexión,  o, lo que es lo mismo, una invitación a considerar de qué manera, y desde el enfoque  del  lector cotidiano de noticias, puede influir esta forma de representación en el contexto de las tendencias que actualmente definen los métodos utilizados para el tratamiento y exposición de los hechos que modelan el conocimiento de lo acaecido.  Y es que, lejos de constituir una forma de expresión complementaria del texto escrito, la viñeta tiende a convertirse en una herramienta básica para el desarrollo interpretativo de los hechos.  


La justificación de esta relevancia viene dada por el hecho de que la representación gráfica puede acomodarse a los dos criterios que, a mi juicio, determinan positivamente las posibilidades de un mensaje transmitido a la sociedad interesada en ampliar su conocimiento de cuanto sucede a su alrededor. Ambos tienen que ver con el valor asignado a la concisión y a la perdurabilidad de una noticia. Lo conciso fortalece su razón de ser cuando la disponibilidad de tiempo se reduce primando en consecuencia la expresividad y concreción del mensaje. No sorprende que esa idea cobre fuerza cuando, como señala Carlos Aganzo, “lo cierto es que lo breve se ha convertido en el signo de distinción de nuestro tiempo”. Si esa tendencia revalida el éxito alcanzado por la palabra escrita a través de la atención creciente que merece el aforismo, justo es admitir que la viñeta constituye a la par la manifestación más representativa desde siempre de lo que supone la plasmación de una idea recogida en una imagen captada de inmediato y aceptada en la integridad de los matices visuales que es capaz de ofrecer de manera simultánea. 


Por otro lado, y junto a la importancia que tiene lo conciso, no es difícil comprobar hasta qué punto un dibujo pertinente y atinado logra sobrevivir mejor al desgaste que comúnmente afecta a la información convencional cuando ésta se enfrenta al paso del tiempo. Personalmente lo he comprobado en numerosas ocasiones al rememorar los hechos sucedidos a través de la interpretación brindada por las viñetas que en su momento los abordaron. Su vigencia pervive al compás de las referencias que su relectura descubre para dar nuevo sentido y dimensión actualizada a los motivos que en su día justificaron su realización. De este modo recuperan un interés que se consideraba desvaído y que ahora permite explicar de nuevo las razones justificativas que indujeron al humorista gráfico a realizar ese dibujo que de ninguna manera se halla obsoleto. Bien lo ha expresado en este sentido el dibujante George Butler, conocido por sus impresionantes diseños relativos a la guerra de Siria, al afirmar que “los dibujos son una excelente herramienta que permite implicar a las personas que son sensibles y comprensivas de lo que se representa, e incluso pienso que pueden quedar grabados en su espíritu durante toda la vida”. 


Por lo demás, son comprobaciones que también pueden verificarse sin ir demasiado lejos. La exposición de José María Nieto en el Teatro Zorrilla, expresivamente titulada “Valladolid se dibuja con dos líneas” constituye una prueba fidedigna del argumento utilizado, corroborado asimismo tras la observación de la secuencia de viñetas presentadas por Rafael Vega en su charla del Ateneo, que encuentran un buen complemento en sus dibujos de PróLogos, expuestos en el Patio Herreriano. Y, desde luego, las valiosas lecciones extraídas de esta forma de analizar la realidad han brindado  un testimonio más que elocuente en el homenaje que la ciudad de Alcalá de Henares ha dedicado  a Antonio Fraguas de Pablo, Forges,  en la exposición que en la primavera de 2019 adornó su Calle Mayor. “Pasacalles Forges”: así se ha denominado y ha visto la luz con motivo del primer aniversario del fallecimiento de uno de los símbolos más relevantes de la historia del humorismo gráfico español.  































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